Maternidad minimalista, cuando menos es más

 


Cuando estaba embarazada de mi primera hija, solo pensaba qué viviría para poner el mundo a sus pies. Quién puede culpar a los padres por ese deseo tan natural que viene incluido en la mayoría de las maternidades y paternidades.


Poner el mundo a los pies de nuestros hijos requiere de darlo todo. Nuestra energía, nuestro amor, cuidados; llenarlos de ropa, juguetes y todas las experiencias positivas que podamos, así como de evitar las negativas.


Quienes lo intentamos (si logramos despertar del trance), nos daremos cuenta de que ese deseo es simplemente insostenible.


Muchas veces imaginé a mis hijos como pequeños agujeros en mi cuerpo por los que se me drenaba la energía, algunas otras los llamé con cariño "sanguijuelas". Hasta que caí en cuenta de que estaba intentado lo imposible, y peor aún, que el sentirme tan desgastada, estresada, amargada, etc., era totalmente mi culpa.


Y que por lo anterior, estaba fracasando en mi cometido de criar niños felices. Después de todo, poner el mundo a los pies de nuestros hijos tiene ese finalidad ¿o me equivoco?.

Me había perdido en el camino y estaba sufriendo la maternidad, había abandonado lo más importante, por lo más superficial.


Minimalismo y maternidad

Las familias de hoy tienen vidas muy ruidosas, y así fue la mía durante los primeros dos años de mamá, hasta que busqué desesperadamente el equilibrio; y caí en cuenta de que solo se puede encontrarlo filtrando el ruido, para concentrar nuestra energía en lo que es realmente importante.



Personalmente siempre me coqueteó el concepto "minimalismo", pero nunca lo apliqué mas allá del home decor, tampoco pensé que el minimalismo pudiera aplicarse a la maternidad, hasta que me topé con el concepto Minimal Parenting.

La información me resonó de inmediato.


El minimalismo tiene una fórmula secreta: menos es mas.


  • Protégelos menos y vivirán más
  • Resuélveles menos y aprenderán más
  • Compra menos y disfrutarán más
  • Ofrece menos entretenciones y serán más creativos

Pasamos tanto tiempo protegiendo a nuestros hijos que nos olvidamos de dejarlos vivir. Cuando pasamos por encima de sus deseos, y sobre todo de su aprendizaje porque "así es más seguro", "es más práctico si lo hago yo", "es muy pequeño para esto". Estamos menoscabando su confianza, entorpeciendo su desarrollo y robando su independencia.

¿Acaso no sería más adecuado inculcarles un sentido de responsabilidad y una curiosidad natural por el mundo?


Permitamos que nuestros hijos vivan la vida al máximo, incluso si eso significa dejarlos aventarse de aquella rampa tan atractivamente inclinada (para ellos) en bicicleta, o algo tan simple como dejarlos que se preparen solos para salir a la escuela cada mañana.


"Si dejamos de intervenir en resolver los desafíos a los que se enfrentan nuestros hijos cada día, les estamos dando la oportunidad de resolver problemas por sí mismos"


Los niños necesitan mucha práctica para aprender a resolver problemas, así que démosles muchas oportunidades para que lo hagan por sí mismos, muy posiblemente en ese camino, aprenderemos algo nuevo nosotros también.

El juego social del YO MÁS

La abundancia de actividades a las que estamos expuestos y la competencia social con otros padres, nos hacen sentir que tenemos que hacer y tener cada vez más, para entretener y mantener felices a nuestros hijos y a nuestra familia. 

Si caemos en el juego, una vez más, estaremos perdiendo lo más importante por lo mas superficial; y déjame decirte un secreto, de este juego nunca se sale ni victorioso ni satisfecho.
Cuando entramos en esta competencia, quedamos expuestos a una variedad infinita de productos y opciones de entretenimiento, y si se nos sale de control puede derivar en dos situaciones indeseables: Desorden e insatisfacción.


Ni mucho ni poco, suficiente

Demasiados juguetes, demasiada ropa, demasiados zapatos, demasiados libros. De repente un solo armario no será suficiente y tendrás que comprar otro más. - ¡Pero en esta habitación no cabe otro armario, tenemos que remodelar! Y la cadena sigue, pues el desorden, el consumismo y la insatisfacción son como una bola de nieve.


Si alguna vez te has preguntado - ¿por qué me la paso recogiendo juguetes todo el día? ¿de dónde sale tanta ropa para lavar? ¿por qué todo el día estoy ordenando y parece que no hago nada?


La respuesta es: tienes demasiado.


El desorden se asocia con niveles altos de estrés. La premisa es muy fácil, no necesitas más cosas simplemente porque no necesitas más estrés.

Por otra parte, la sobre exposición de productos, actividades y entretención para nuestros niños les deja muy pocas oportunidades de crear y explorar nuevas ideas por su cuenta. Si les damos espacio y los dejamos libres, lo único que puede pasar (además de una que otra travesura) es que desarrollen la creatividad.


¿Sabes qué no tiene un impacto a largo plazo en la felicidad de un niño? El último juguete de moda o tener un clóset lleno con ropa de marca. Compra menos y podrán concentrarse mejor en las cosas realmente importantes.


Los estudios dicen que las experiencias familiares como las vacaciones y otras experiencias similares generan un impacto positivo a largo plazo en la psicología de un niño. 


¿Quieres hacer realmente felices a tus hijos? Enséñales a valorar menos las cosas materiales y más las experiencias.

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