La mujer más fuerte, es aquella que busca mantener unida a su familia



Jamás pensé decir esto, creer esto de manera tan firme. Yo, una persona que jamás pensó en tener hijos, que nunca soñó con casarse ni con ser mamá.


Cuya idea de mujer fuerte, siempre fue la de ser independiente, autosuficiente, exitosa y libre. En este ideal, la vida en familia nunca encajó.


Existen varias ideas sobre lo que es una mujer fuerte, y no me gustaría descalificar ninguna. Pero lo que si creo, es que hay una idea equivocada sobre aquellas mujeres que lo dejan todo para ser madres, y cuyo proyecto más grande es el de mantener a su familia unida.


Como si ser una mujer fuerte y emancipada, se tratara solamente de tener el conjunto de cualidades que mencioné anteriormente. Y el ser una mujer de familia, jugara en contra de la liberación de las mujeres de la opresión y de la reivindicación de sus derechos.


 ¿Pero por qué alguien que siempre ha estado en contra de la desigualdad de género, que admira el movimiento feminista, que nunca ha pretendido depender de un hombre, y promueve activamente los derechos e intereses de las mujeres...


¿Por qué alguien que está en contra de la opresión del patriarcado, puede llegar a pensar que la mujer más fuerte, es aquella que busca y sabe mantener unida a su familia, con todos los sacrificios que esto conlleva?


Las razones podrían resultar evidentes para algunos y para otros no tanto. La primera tendría que ser: porque ambas condiciones no están peleadas en lo absoluto, y por varias otras razones que explico en los siguientes párrafos.


¿Por qué la mujer más fuerte, es aquella mujer de familia, que busca a toda costa mantenerla unida?


Nada duele más que ser mamá


Si lidiar y librar los dolores físicos y emocionales denota fortaleza, en mi experiencia, nada duele más que ser mamá.


Ni siquiera aquel accidente automovilístico que tuve hace algunos años. En el que sufrí golpes y rupturas físicas y emocionales. 


Nada se compara con el dolor de las contracciones y el parto, con el de la recuperación después de una cesárea, ni con el de amamantar. 


Ni correr varios kilómetros, ni levantar pesas por una hora diaria, ni salir de madrugada de la oficina, ni estudiar y trabajar al mismo tiempo; con el cansancio de tener un recién nacido o un toddler en casa. 

Mucho menos con la consternación emocional de cuidar a un hijo enfermo durante toda una noche, por mencionar solo algunas situaciones. 


A mi, personalmente, nada me ha dolido ni costado más trabajo, sudor y lágrimas que la maternidad. 



La familia es el trabajo más grande


Mantener a una familia unida requiere todo tipo de sacrificios, en mi caso, renunciar a toda una vida y a la cercanía con mis seres queridos, para empezar una nueva vida en otro país. 


Renunciar a mis ideales de mujer independiente, para comprometerme de lleno con la crianza, y al mismo tiempo, buscar alternativas para no abandonar mi profesión, ni dejar de ser yo.


Levantarme de madrugada cada día para dedicarme un poquito de tiempo a mi misma, y trabajar en mis propios proyectos, antes de que los bebés despierten.


Ajustar mis metas y definición de éxito. Y lo más difícil de TODO, ajustarme a un hombre. 


Aprender a ceder, conciliar, negociar y a comunicarme. Para llegar a acuerdos, para que él logre ser la pareja y el padre que espero, y viceversa.


Porque no hay relaciones perfectas, solo relaciones en las que se está dispuesto a trabajar. Y si, se trata de un trabajo de todos los días, al que muchas veces se tienen deseos de renunciar.  



La lucha contra del ego 


Ser mamá y vivir en familia me ha confrontado con mi propio ego en múltiples ocasiones. A veces, la lucha contra el ego duele más que cualquier dolor físico. 


Olvidarse de darse importancia a uno mismo, para dársela a otros, requiere de humildad. Pero con amor todo se puede.


Mostrar nuestros matices más oscuros, así como estar dispuesto a conocer, aceptar y trabajar con los de nuestra pareja, requiere valor y muchas veces renuncia a nuestro sentido de importancia.


Aventarse al vacío, abandonarse y aceptar que nuestra vida ya no funciona de manera individual, sino colectiva, con todas las renuncias y el trabajo personal que eso conlleva, es un acto muy valeroso.



Reinventarse mil veces 


Duele perderse y duele reencontrarse para volver a nacer; después de ser madre, de una pelea, de problemas, de lidiar con una situación incómoda con los hijos por milésima vez.


Llegas a pensar que no puedes más, pero te levantas al siguiente día, con un nuevo proyecto en mente, con nuevas estrategias y con ganas de hacerlo mejor.


Aprender a construir y mantener a una familia requiere fortaleza. Perdonar duele y exige valentía. 


Siempre y cuando la integridad de ninguno de los miembros corra peligro o haya sido dañada, cualquier problema tiene solución.


#FamiliasUnidas #ProyectoFamilia


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