Educación emocional: Cómo formar niños fuertes emocionalmente




La educación emocional, enseña a los niños desde edades tempranas a resolver conflictos


Investigaciones científicas de las últimas décadas, han demostrado la importancia que tiene para el desarrollo saludable, tanto físico como mental, que los niños crezcan y se eduquen en un ambiente de respeto y afectividad.

Desde finales de los años 80’s, la Organización Mundial de la Salud propone el desarrollo de las “Habilidades para la vida” con el fin de generar capacidades, para adoptar un comportamiento adaptativo y positivo, que permita a las personas abordar con eficacia las exigencias y desafíos de la vida cotidiana.

Su propuesta se basa principalmente en adquirir habilidades emocionales en forma específica. Las “Habilidades para la vida” propuestas por la OMS son:

 

La educación emocional, se empieza en casa y supone desarrollar competencias como: la conciencia y regulación de las emociones, la autogestión, la inteligencia interpersonal y las habilidades de vida y bienestar.

Estas competencias emocionales, se adquieren desde las primeras etapas de vida, a través del vínculo afectivo con los padres y/o cuidadores. Y del trato diario.

Para poder criar a un niño sano emocionalmente, es imprescindible que exista un vínculo de confianza y seguridad con los padres y educadores.

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Educación bidireccional: Nuestros hijos también nos educan a nosotros


Lo que más me gusta de ser mamá, es que aprendo algo nuevo todos los días. Realmente pienso que es uno de los trabajos más complejos de la vida, que la maternidad y paternidad es como ir a la Universidad para matricularse en una carrera nueva, más larga y más compleja que medicina.

La paternidad positiva y la educación emocional, nos permiten también entrenarnos como personas adultas, en nuestras propias habilidades emocionales, para que la forma de resolver los conflictos del día a día, resulte beneficioso para la familia.

Es importante que el desarrollo de nuestros niños, esté basado en los buenos tratos y no en el miedo condicionado, es decir, sin abusar del castigo y las amenazas, entre otros métodos correctivos habituales.

Para esto es imperativo el auto control, y el dominio de nuestras propias emociones.

¿Cómo pretendemos enseñar a nuestros hijos a ser emocionalmente fuertes, si nosotros no somos capaces de dominar nuestras propias emociones?

No basta con leer y adquirir conocimientos al respecto, también hay que reflexionar e interiorizar toda la información que recibimos, para aplicar con éxito la educación emocional en nuestra relación padre-hijo.
Educar con conciencia, educar sin miedo


Es importante impedir que el miedo tome control de la relación padre-hijo. La relación padre-hijo tendría que estar basada en el amor, no en el miedo. Así como hablar con la verdad y sin rodeos. Tal vez hemos heredado algunas frases y actitudes de nuestros padres, que se reproducen en nuestras mentes en automático, cuando vivimos ciertas situaciones.

¿Te has preguntado, qué frase te decían mucho tus padres, que automáticamente les dices a tus hijos? ¿Realmente la crees, o la repites porque ciertas situaciones te la recuerdan, y es lo único que se te ocurre decir?

Hablar con la verdad, hablar con consciencia y hablar sin rodeos, nos dará una base para ejercer la educación emocional satisfactoriamente. A veces como adultos, tomamos decisiones sin poner demasiada conciencia en lo que generamos con lo que decimos, o cómo actuamos.

Si a nosotros nos han educado con miedo, no tenemos que replicarlo con nuestros hijos

Para ejercer la educación emocional, es importante identificar las emociones de nuestros hijos, reconocerlas y darles valor, aunque a nosotros, de entrada nos parezca que la situación no lo amerita.

Para la educación emocional, es primordial:
  • Dar permiso para sentir y para llorar
  • No enviar mensajes contradictorios
  • Entender lo que sienten nuestros hijos y normalizarlo (es normal sentirse frustrado)
  • Exteriorizar y dar valor a lo que sentimos ambas partes (padre e hijo)
  • Dar amor incondicional
  • El respeto
  • La confianza
  • Los padres somos los capitanes del barco
Cualquiera que se haya subido a un avión conoce esta regla: “en caso de despresurización de la cabina, desciende una mascarilla de oxígeno por cada asiento, y en caso de viajar con un niño, lo primero que se debe hacer es ponerse la mascarilla uno mismo, para después poder ayudar al niño”

Esto asegura en gran medida la supervivencia de ambos, ya que si por el contrario tratamos de poner la mascarilla primero al menor, podemos marearnos, desmayarnos y al final, acabar los dos sin oxígeno.

Seguir hábitos saludables como: alimentación equilibrada, el ejercicio y el buen descanso. Mantienen nuestra vida en balance y bajos nuestros niveles de estrés, de esta manera cuando estemos en casa, interactuando con nuestros hijos, seremos capaces de disfrutar nuestras relaciones familiares y de ser pacientes. Estaremos dando lo mejor de nosotros.


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