Cómo vive una mamá el primer día de escuela




El primer día  de escuela es pesado, no solo para los niños, también para las mamás, sobre todo para las mamás, mi hija Alix y yo lo vivimos nostálgicas, confundidas y agripadas, pero al mismo tiempo felices la una por la otra. Para quienes estén en el proceso, no está demás prepararse mental y emocionalmente para el comienzo de una etapa muy importante en la vida de cualquier niño y cualquier mamá. 


En lo personal, estaba muy emocionada porque Alix (2 años, 5 meses) entrara a la escuela, a mi me gustó tanto ir y tengo tantos recuerdos bonitos del kinder principalmente, que realmente esperaba con ansias el momento en que ella pudiera integrarse también a la vida escolar. Además es tan inquieta y le escogí un lugar tan lindo, que pensaba que la experiencia iba a encantarle. Es de esos lugares tan espaciosos y con tantos talleres y actividades para niños, que hasta me dan ganas de ir a mi también. 


Por alguna razón la vida académica es super importante en mi familia y le imprimimos un gran valor a los estudios, entonces este día significaría el primer día de los próximos 20 años o más dentro de la vida de Alix. 


La importancia de reconocer y controlar las emociones


A decir verdad, todo eran risas y felicidad hasta el fin de semana previo al primer día de escuela. De repente ya no me parecía tan buena idea que se fuera, de repente la nostalgia me hacía un nudo en la garganta y en varios momentos me contuve para no llorar, si, a ese nivel. Se me venían a la mente muchos de los momentos tanto buenos como malos que vivimos juntas en casa e incluso en el embarazo. Si has leído algún otro de mis posts tal vez sepas que el embarazo de Alix no fue muy fácil. 


¿Estaré loca? pensaba ¿no es porque se va a la escuela que me siento así o si?Pero va a estar a 10 minutos, se va a divertir, va a estar muy bien. Además es lo que estaba pidiendo para que me diera tiempo de hacer más cosas durante las mañanas.


Tener la maternidad a flor de piel trajo consigo una gripa tremenda que se unió a las cosas con las que había que lidiar en la semana. Tal vez el reconocer mi nostalgia y llorar en lugar de combatirla y aguantarme, hubiera ayudado a que mi nudo en la garganta no se hiciera real y terminara en somatizarse en una faringitis que impidió hablar durante días. 



La separación como seres individuales


En el documental “The Beginning of Life” del que les conté en el post anterior,  explican cómo se perciben madre e hijo en su relación durante los primeros años. Y sobre cómo ambos se personalizan como un mismo ente, hasta que son capaces de encontrar en la maduración y en el tiempo su individualidad. 


Bajo esta premisa somos uno con nuestros bebés hasta que empiezan a percibirse como seres individuales. Alix y yo habíamos estado juntas, siendo una misma persona desde el embarazo, nunca habíamos pasado tantas horas separadas, viviendo cosas diferentes, siendo personas individuales. El primer día de escuela es la culminación tangible de esta separación, que duele y se vive con una gran nostalgia como la mayoría de las separaciones.  


Este querer dejar ir pero sin querer soltar seguramente es un sentimiento propio de la maternidad y como todas sus ambigüedades tiene que vivirse con amor y sin lucha para que fluya de la mejor manera posible. 







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